Las Islas Canarias poseen una serie de singularidades que las han convertido en una región de enorme interés en cuanto a su biodiversidad, tanto silvestre como agrícola. El aislamiento debido al carácter insular ha favorecido el desarrollo excepcionales condiciones tanto edafológicas como climáticas. El carácter volcánico del archipiélago y el amplio rango de altitudes contribuyen al surgimiento de un amplio abanico de endemismos y de variedades locales agrícolas adaptadas a estas condiciones.
Por otro lado, el Archipiélago Canario ha sido ruta de tránsito marítimo a lo largo de los últimos cinco siglos, lo cual ha permitido que se concentre una gran diversidad agrícola que se ha intercambiado con otras regiones, entre la que destaca el continente americano. Esto, unido a los fuertes procesos migratorios que ha sufrido la demografía de las islas, ha originado un patrimonio de biodiversidad agrícola de gran valor.
Las Medianías de Tenerife, territorio que comprende la zona de montaña de la isla situada entre los 350 y 1200 msnm es la zona agrícola tradicional y se ha convertido en un reservorio de toda esta riqueza. Destacan así la gran diversidad de papas nativas, así como multitud de variedades de cereales, leguminosas y cultivos hortícolas. Asimismo, encontramos una enorme riqueza de cultivares locales de castañeros, higueras, almendros o frutales templados que conforman un paisaje rural único.